Ficha técnica:
Género: Suspenso - Terror
Guión: Douglas Moore (Emilio Saad)
Dibujos: Demián y Emiliano Parmeggiani
Páginas: 12
Publicación: Fantasía Todo Color 52
Fecha: 25/04/1989
Extras: Verde que te quiero verde (humor), Adelanto próximo número, índice y portadas
Sinopsis del capítulo:
Randy enfrenta al doctor Murray y a
Quimper y les revela que en la noche de luna llena se convirtió en un lobo. La
vida del atleta ha recibido un sacudón con lo ocurrido y siente una mezcla de
rabia y horror de el mismo. Por otra parte, Kate, su novia, insiste en que la
acompañe a una fiesta que organizan sus amigos y el siente que ella solo quiere
exhibirlo, lo que provoca una pelea en la pareja.
Una nueva noche de luna llena se
acerca y Murray le pide a Randy que vaya al laboratorio para que puedan vigilar
su transformación. Cuando sale de su casa, el muchacho se encuentra con Kate y
sus amigos que insisten en que los acompañe. Randy cede ante las suplicas y
decide darles una noche especial con el campeón. Sin embargo, anochece y el
lobo vuelve a reclamar su lugar…
Comentarios del autor acerca de este episodio:
ATENCION: Incluye spoilers acerca de la trama del capítulo.
A partir de "Luna dolorosa"
yo comprendí que esta serie, ya fuera de terror o no, era también una serie de
dolor. O en todo caso, que, según se mire, toda historia de terror es dolorosa.
Siempre se va a referir a seres condenados, por muy malignos que sean. Por
supuesto que dan miedo, por supuesto que son espeluznantes; y yo no quisiera
encontrarme con Drácula en la esquina, ni con Randy convertido en lobo en la
puerta de mi casa.
Pero miremos las historias desde el
otro lado. Desde dentro de ese horrendo zombi que pide desesperadamente
cerebros en una película; o desde el monstruo de Frankenstein que quiere acabar
con toda la familia de su creador, en venganza porque su creador lo ha dejado
totalmente solo. No hay monstruos felices. No hay
monstruos en compañía. Y nadie se compadece de un monstruo.
Supongo que en "Luna
dolorosa" yo intenté una aproximación al dolor del monstruo. Por ello hice
patente la angustia del personaje central, por encima de su furor y de su
espantoso aspecto físico. Y lo rodeo de personajes de aspecto normal, pero con
sentimientos deformados por la estupidez y la perversión.
Por ejemplo, la chica frívola que
quiere mostrar a su novio famoso ante los amigos. O el empleado que juega
sádicamente con el perro transformado en lobo, sabiendo que -cadena de por
medio- el animal no podrá defenderse ni atacarlo. Ante gente así, uno prefiere
a los monstruos. Y me temo que más de una vez, en la vida, nos encontramos con
gente así.
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