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Era una muchacha joven y
rubia de hermosos ojos azules
llenos de vida y esperanza. Y
en ese único momento él no
supo más que acariciarle el
cabello y murmurar:
—Elda Hartman... ¿cómo
he podido vivir dos
semanas sin ti?
Descargar: (O'Neill - Ávila) - Los días sin Elda
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