La vida de Julián Páez Saravia ha cambiado drásticamente. Su padre acaba de morir y no sabe ni siquiera en donde se encuentra su tumba. Ahora transcurre sus días en el patronato en el que lo han dejado y donde deja definitivamente atrás su niñez. En su primer día, Espada y Tucán, dos de los internos del lugar, lo convierten en el blanco de sus burlas.
Si bien Julián intenta no meterse en líos con sus compañeros, no puede evitar enfrentarse a ellos cuando ve como le quitan el dinero a otro interno y esto le vale una golpiza. El muchacho sabe que mientras estén juntos Espada y Tucán nadie podrá enfrentarlos, por lo que decide ganarse su confianza mientras idea un plan para darles una lección.
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