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Pero la misma cólera le hizo
errar la puntería. La bala pasó
rozando la oreja de Richards
cuando éste apretaba el gatillo
de su Spencer. Tom Tabor se
deslizó de su montura sin un
gemido, mientras el eco del
disparo resonaba entre las rocas.
Descargar: Edmunds Claussen - Una mujer fuerte
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