Dejó caer los brazos con fatiga. Una serie de Claritas le tendían las manos: desde la niña que arrulló en la cuna hasta la esposa en su velo cándido. Y horas más tarde, debió decir: ¡Adiós, nena querida!
Editado en revista Intervalo Quincenal, Nº 1129, año XXII, en marzo de 1967. De María Alicia Domínguez, con dibujos de David Cooper.
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